Una muerte en la
familia
Death in the
family
Sobre este folleto
Este folleto pertenece a una serie de hojas informativas para
padres, docentes y jóvenes tituladas Salud Mental y Hacerse Mayor.
El objeto de estas hojas es aportar información práctica y
actualizada sobre problemas de salud mental (emocionales,
conductuales y de trastornos mentales) que pueden afectar a niños y
jóvenes. Este folleto considera como una muerte en la familia puede
afectar a un niño o joven y ofrece consejos sobre cómo sobrellevar
esta situación.
¿Cómo responde un niño ante una muerte?
Cuando alguien muere en la familia, todos se sienten afectados,
incluidos los niños. Es necesario recordar que los niños reaccionan
de forma muy diferente a los adultos. La forma en que lo hacen
depende de una serie de factores:
Como eran de cercanos a la persona que fallece. La
muerte de un padre, hermano o hermana será mucho más difícil que la
de un pariente más lejano. Depende del contacto que el familiar que
fallece tenía con el niño.
La edad del niño, su nivel de comprensión y como esa
muerte afecta su vida diaria son muy importantes.
Los bebes y niños pequeños pueden sentir la perdida simplemente
porque afecta su rutina y la forma en la que son tratados. Son muy
sensibles a los sentimientos de tristeza de aquellos que conviven
con ellos y pueden volverse más ansiosos, más difíciles de calmar y
con más necesidad de atención. Los niños pequeños generalmente ven
la muerte como algo reversible y temporal, una creencia reforzada
por personajes de dibujos animados que “mueren” y “vuelven a
vivir”.
Los niños entre 5 y 9 años pueden entender lo más básico de la
muerte, que pasa a todo ser viviente, que tiene una causa y que
implica una separación permanente. También comprenden que la gente
que ha muerto, no come, ni bebe, ni ve, ni oye ni habla o siente.
Los adolescentes son capaces de entender la muerte como adultos y
son capaces de comprender los sentimientos de otros.
Los niños pequeños con frecuencia, no parecen tristes. Pueden
mostrar su tristeza de forma breve y en momentos inesperados. Esto
puede llevarte a pensar, de forma equivocada, que no les ha
afectado la muerte de un ser querido. No es cierto. Estos niños
tienden a expresar sus sentimientos con su conducta más que con sus
palabras.
La mayoría de los niños se sienten enfadados y preocupados
además de tristes frente a la muerte. El enfado es una reacción
normal ante la perdida de alguien que era esencial para la
sensación de seguridad y estabilidad del niño. Un niño puede
mostrar este enfado en su juego, siendo ruidoso e irritable con
otros miembros de la familia. También puede mostrarlo con
pesadillas. La ansiedad y la angustia puede mostrarse en el habla y
la conducta que puede parecer más propia de bebes que de la edad
del niño, y también en demandas de comida, juguetes y
cariño.
Los niños más pequeños creen que ellos causan lo que sucede
alrededor de ellos. Pueden preocuparse de haber sido los causantes
de la muerte al haberse portado mal. Los adolescentes pueden tener
dificultades al traducir sus sentimientos en palabras y pueden
intentar no mostrar sus sentimientos abiertamente por miedo a no
herir a los demás.
Las circunstancias de la muerte también influyen en el impacto
que pueda tener en el niño. Cada familia reacciona de forma
diferente a la muerte. La religión y la cultura influencian esta
reacción. Otros factores que pueden tener importancia a los ojos de
un niño son:
- Como fue la muerte de traumática.
- Si fue una muerte repentina o esperada, un alivio a un
sufrimiento o un duro golpe.
- El efecto del duelo en otros miembros de la familia. Si son
capaces de dar el cuidado que el niño necesita.
- Cuanta ayuda práctica (dinero, casa, transporte,…) tiene la
familia.
Ayudar a un niño a sobreponerse a una muerte:
Sabiendo como un niño reacciona ante una muerte, hace más fácil
que el adulto pueda ayudar al niño. También hace más probable
identificar señales de peligro o de riesgo.
Fases iniciales: A veces los adultos tratan de
proteger a los menores del dolor, no contándoles lo sucedido. Sin
embargo, la experiencia nos enseña que es beneficioso para los
niños saberlo cuanto antes. Puede que incluso quieran ver al
familiar fallecido. Cuanto más cercana sea la relación, más cierto
será esto. Los mayores pueden ayudar a un niño, escuchando su
experiencia de la muerte, respondiendo las preguntas que puedan
tener y consolándole. Los niños a menudo se preocupan de la
posibilidad de ser abandonados por sus familiares queridos, o se
preocupan de poder ser los culpables de esa muerte. Si pueden
hablar de esto o expresarlo a través del juego, podrán adaptarse
mejor y será menos probable que tengan problemas emocionales más
adelante en sus vidas.
Los niños a menudo tienen dificultades para recordar a una
persona fallecida sin antes ser ayudados. Esto puede entristecerles
mucho. Una fotografía puede ser de gran ayuda. Los niños suelen
agradecer el ser incluido en actividades familiares como por
ejemplo los funerales, aunque pueden necesitar una explicación y un
apoyo especial que les permita hacerlo. Un niño que tema asistir a
un funeral, no debería ser obligado a hacerlo, sin embargo y con
excepción de los muy pequeños, es importante encontrar la forma de
permitirles decir adiós. Por ejemplo, encendiendo una vela, rezando
o visitando la tumba.
Más adelante: Una vez que los niños aceptan
la muerte, es más probable que expresen sus sentimientos de
tristeza, rabia o angustia de forma más o menos intensa durante un
período de tiempo, y a veces en momentos inesperados. Los
familiares cercanos, deben pasar todo el tiempo posible con el
niño, dejando claro que puede expresar sus sentimientos
abiertamente sin el miedo a hacerles daño. A veces un niño puede
“olvidar” que un familiar ha muerto, o seguir creyendo que sigue
vivo. Esto es normal durante las primeras semanas después de una
muerte, pero puede ser un problema si continúa.
Señales de alarma y de peligro:
- Periodo largo de depresión, con pérdida de interés en
actividades diarias.
- Dificultad para dormir, pérdida de apetito, miedo prolongado a
estar solo.
- Comportarse como un niño pequeño por mucho tiempo.
- Negar que el familiar haya muerto.
- Imitando la persona fallecida.
- Hablando mucho sobre querer reunirse con la persona
fallecida.
- Dejando de ver a los amigos.
- Una caída clara en el rendimiento escolar o negándose a ir al
colegio.
Estos signos indican que podría ser necesaria una ayuda
profesional. Un psiquiatra o psicólogo infantil puede ayudar al
niño a aceptar la muerte y a los familiares a apoyar al niño
durante el proceso de duelo. Tu médico de familia puede ofrecerte
ayuda e información, y puede derivarte al servicio local de
psiquiatría infanto-juvenil. Este equipo puede contar con
psiquiatras, psicólogos, psicoterapeutas, enfermeras y trabajadores
sociales.
Bibliografía
Carr, A. (ed.) (2000) What Works with Children and Adolescents?
A Critical Review of Psychological Interventions with
Children, Adolescents and their Families. London:
Brunner-Routledge.
Rutter, M. & Taylor (eds) (2002) Child and Adolescent
Psychiatry (4th edn). London: Blackwell.
Scott, A., Shaw, M. & Joughin, C. (2001) Finding the
Evidence: A Gateway to the Literature in Child and Adolescent
Mental Health (2nd edn). London: Gaskell.

Producido por el Consejo Editorial de
Educación Pública del Colegio Real de
Psiquiatras. Actualización de 2004. Traduccion: Dr.
Jose Mediavilla, Consultor Psiquiatra Infanto-Juvenil, Agata del
Real, Psicologa Infanto-Juvenil. - Junio 2009.
© 2009 Colegio Real de Psiquiatras. Este
folleto se puede descargar, imprimir, fotocopiar y se distribuye
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